Las hamadríades o dríades eran ninfas de los campos y de los bosques, cuya vida estaba unida a la de los árboles que habitaban, que eran sagrados, y no podían ser talados por cualquiera.
Antes de cortar un árbol los sacerdotes debían realizar una serie de ritos y de actos religiosos, destinados a revelar si el árbol estaba o no habitado por una ninfa.
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