Las ciudades islámicas, musulmanas, medievales constituían centros comerciales y artesanales y se caracterizaban por tener una zona central o medina donde se encontraban los edificios más importantes, como la mezquita, el zoco y los baños. A su alrededor se situaban los arrabales y en la periferia de la ciudad los barrios más pobres. Una muralla rodeaba la ciudad.
La alcazaba era el palacio fortificado y se construía en un lugar estratégico.
La mezquita, lugar de oración, era uno de los edificios principales en las ciudades islámicas.
El zoco (mercado) era la zona más activa y un espacio central de la vida social en cuyos alrededores se instalaban artesanos que a menudo vendía directamente sus productos (objetos de cuero, cerámica, orfebrería,...). Funcionarios del estado se encargaban de supervisar la calidad, el precio y el proceso de elaboración de los productos creados/fabricados por los artesanos. Era común que los distintos oficios se organizaran por barrios.
Las mercancías las guardaban en alhóndigas o grandes almacenes, aunque las de mayor valor se depositaban en la alcaicería. Según la RAE, hay dos acepciones para el término alcaicería:
1. f. En Granada y otros pueblos de su antiguo reino, aduana o casa pública donde los cosecheros presentaban la seda para pagar los derechos establecidos por los reyes moros.
Por su parte, el etimólogo Joan Corominas en su Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, define alcaicería como "lonja a modo de bazar donde tenían los mercaderes sus tiendas". Esta palabra provendría, según él, del árabe qaisarîya, derivada de Qáisar, que era como llamaban los árabes al emperador romano, que deriva a su vez del latín Caesar, "probablemente por haberse empleado en Oriente como alcaicerías edificios de la antigua administración bizantina".
Los baños públicos, o hammam, eran un lugar destacado de la vida social, de descanso, relación y reunión. Es importante destacar que la higiene del cuerpo era considerada un acto de purificación religiosa, siendo el baño una actividad de carácter ritual.
En aquellas ciudades en las que existían comunidades judías y cristianas, éstas se concentraban en barrios en torno a una sinagoga o a una iglesia.
Las casas solían tener pocas ventanas, las paredes exteriores eran de ladrillo enlucido (revestido de yeso blanco) y carecían de decoración. Se disponían alrededor de un patio con una fuente o una pequeña piscina y su interior estaba decorado con alfombras, tapices, y mobiliario (armarios, baúles…). Las casas de las familias más acomodadas disponían de jardines.
Modelo de ciudad islámica |
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