Creación de libros en la Edad Media (Historia para niños)
scriptorium |
El escriba
Se encargaba de copiar a pluma los escritos utilizando tintas resistentes (de carbón de leña y goma u otra denominada de agallas), y debía hacerlo sin corregir los fallos que pudieran existir en los textos originales. La copia se realizaba en unas estancias de los monasterios llamadas scriptorium. Antes de empezar, el monje escriba debía en cada página delimitar los márgenes laterales con líneas verticales y trazar líneas horizontales para mantener la rectitud en la copia.
El corrector
Era el monje encargado de comprobar que la copia no incluía nuevos errores. En caso de detectarse alguno se borraba raspando el pergamino o diluyendo la tinta. Una vez borrado el error escribía encima. En otros casos simplemente tachaba el error y escribía la corrección entre líneas.
El rubricante
Realizaba la última tarea antes del pase del libro al iluminador. El rubricante se encargaba de trazar las letras capitulares y de escribir en rojo y ocre los nombres de los capítulos.
El iluminador
Se encargaba de realizar las miniaturas, dibujos situados a los lados del texto y junto a las capitulares. El término miniatura proviene del latín minium, rojo, por utilizarse ese pigmento. También se usaban otros colores como el azul y el verde e incluso finas capas de oro.
Una vez escrito, rubricado e iluminado el libro, éste se encuadernaba.
En torno al año 1510 la mayor parte de los libros hechos en Europa ya eran impresos.
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